Hace cuatro años publicamos un post que describía las indudables ventajas que ofrece el teletrabajo, pero en él también se remarcaba el, hasta entonces, muy lento ritmo de adopción en nuestro país y la falta de regulación de esta nueva forma de organización del trabajo.
Como decíamos, hasta hace poco se registraba un lento avance del teletrabajo en Europa y España. En el período 2011-2019 el porcentaje de ocupados que trabajaban online pasó del 4,8 % al 5,4 % en la UE, según datos de Eurostat, mientras que en España, según datos del INE, el número de trabajadores pasó 3,6 % a 4,8% en dicho periodo de tiempo. Sin embargo, en 2020 todo cambió; según el informe de Eurofound Living, working and COVID-19, casi cuatro de cada diez personas trabajadoras (37 %) empezaron a teletrabajar a causa de la pandemia en Europa (30 % en España). Datos más detallados sobre la evolución del teletrabajo durante la pandemia pueden encontrarse en el reciente Dossier de indicadores de teletrabajo y trabajo en movilidad en España de la ONTSI.
La pandemia del COVID-19 ha acelerado la implantación del trabajo a distancia al revelarse como un instrumento eficaz para asegurar el mantenimiento de la actividad económica y para garantizar la prevención frente al contagio. Durante 2020 el mundo, y nuestro país, han experimentado cambios que en condiciones normales habrían requerido bastantes años. Estos cambios han sido especialmente profundos en el ámbito de la formación y el trabajo; al decretarse el confinamiento masivo de la población, millones de personas pasaron a recibir sus clases online y accedieron al teletrabajo por primera vez.
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