La Ley 30/2015, que regula el sistema de formación profesional para el empleo, establece que la formación programada por las empresas deberá guardar relación con la actividad empresarial y adecuarse a las necesidades formativas de aquellas y sus trabajadores.
Uno de los controles que se realiza para comprobar que esta formación cumple con sus objetivos es la evaluación de la satisfacción de los alumnos mediante el análisis de los datos obtenidos a través del cuestionario de evaluación de calidad de las acciones formativas para el empleo, que está regulado en la Resolución de 27 de abril de 2009 del Servicio Público de Empleo Estatal.
Este cuestionario, que cumplimentan los participantes al finalizar la acción formativa facilitada por su empresa, recoge diferentes aspectos ligados tanto a la organización y desarrollo de la formación como al cumplimiento de sus expectativas profesionales y personales.
A continuación se ofrece un avance de los resultados del análisis de los datos correspondiente a la formación realizada en los ejercicios 2016 y 2017. Los resultados completos se pueden leer en el Informe de evaluación de la calidad de las acciones formativas en la formación programada por las empresas. Ejercicios 2016-2017 publicado en el apartado de Evaluación de la página web de Fundae.
En el primer gráfico se muestran las puntuaciones medias de los aspectos generales que han valorado los participantes. Se comprueba cómo fluctúan desde el 3,40 al 3,73. Teniendo en cuenta que se utiliza una escala de valoración de 1 a 4, indican que el nivel de satisfacción con la calidad de la formación realizada es elevado.
Así mismo, destaca la buena opinión de los participantes respecto a los formadores, que se convierten en la piedra angular del proceso formativo.
En las modalidades no presenciales, los tutores obtienen también buenas puntuaciones si bien habría que seguir trabajando, tanto en las guías y materiales como en los medios de apoyo, para alcanzar un nivel óptimo de desarrollo de estas nuevas formas de aprendizaje acordes con el progreso tecnológico y las necesidades de comunicación que demandan las empresas y la sociedad.
En cuanto a las expectativas que genera la formación en relación con el empleo entre los trabajadores, el siguiente gráfico muestra las puntuaciones medias de los años 2010 y 2017. Se puede apreciar la evolución positiva de sus expectativas a lo largo de estos años.
En este sentido, se valora más positivamente la formación que ofrece la empresa como un proceso de adquisición de habilidades aplicables al puesto de trabajo y al desarrollo personal, mientras que a los aspectos relacionados con la carrera profesional y el cambio de puesto de trabajo se les concede una puntuación algo más baja. Esto es coherente si se tiene en cuenta que en estos casos las expectativas de mejora no están ligadas solo a las características de la formación, sino también a otros factores relacionados con las condiciones de la empresa o la situación del mercado de trabajo que definen el escenario de la posible movilidad en el empleo.
Por último, resulta relevante observar la evolución de la respuesta de los participantes al grado de satisfacción general con la acción formativa, para lo que se muestra la evolución cronológica del periodo 2010-2017. Se comprueba cómo la buena valoración de los participantes ha ido en aumento desde 2010, alcanzando sus cotas máximas en 2016 y 2017. Estos datos permiten concluir que, en términos generales, la formación es adecuada a las necesidades de los trabajadores que manifiestan un elevado y progresivo grado de satisfacción con la formación programada por sus empresas.
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