Aprendizaje permanente

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Los costes de la (no) formación


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Las dos citas que encabezan este artículo, atribuidas al creador de la industria automovilística norteamericana y a un rector de la Universidad de Harvard, hacen referencia a los costes que implica no tener una ciudadanía suficientemente formada. Aunque son numerosos los estudios y estadísticas que ofrecen información sobre la inversión pública y privada en educación y formación y sus efectos (positivos) sobre el incremento de la cualificación, son menos los estudios que indagan sobre los efectos negativos que conlleva el no emprender actuaciones en el ámbito de la formación.

Algunos estudios recientes, desde una perspectiva del análisis de costes y beneficios, muestran como las posibles ventajas que – para empresas, trabajadores y sociedad en general – conlleva el desarrollo de determinadas modalidades de formación o el incremento del nivel de formación son superiores a los costes de no implantar estas medidas. En este sentido, el estudio La FP Dual en España ¿Un modelo rentable para las empresas?, de la Fundación Bertelsmann simula distintos escenarios (con datos del sistema de aprendizaje suizo y de los salarios en España) en los que la implantación de este modelo de formación profesional significaría que las empresas pudiesen recuperar su inversión al finalizar los ciclos formativos. Este tipo de formación profesional, de reciente y aún reducida implantación en España, combina la formación teórica en centros educativos con la formación práctica en la empresa, integrando ambos aspectos en un solo programa de estudios.

Los costes de la baja cualificación en Europa

El siguiente estudio, realizado por Cedefop, sitúa su foco de atención en un uno de los colectivos más vulnerables, el de los adultos poco cualificados. El estudio Investing in skills pays off: the economic and social cost of low-skilled adults in the EU – del que está disponible el resumen ejecutivo – realiza una estimación del valor económico que tendría un aumento de los niveles de cualificación en los Estados miembros en comparación con la situación actual

La baja cualificación se ha asociado habitualmente con una serie de consecuencias negativas, tanto a nivel individual como social: las personas con bajos niveles de cualificación perciben ingresos más bajos, disfrutan de menos bienestar y tienen tasas más bajas de satisfacción vital, y son las que menos participan en formación. Además, tienen tasas de empleo más bajas, mayor riesgo de perder su trabajo y menos probabilidades de encontrar uno nuevo. De hecho, el número de desempleados con baja cualificación casi se duplicó durante la reciente crisis económica (su tasa de desempleo pasó del 9.2% en 2007 al 16.3% en 2015), ya que trabajaban en los sectores que se vieron más afectados por la crisis. Por último, por todos estos factores es probable que los desempleados con baja cualificación se desconecten del mercado laboral, con el consiguiente riesgo de exclusión social.

Hasta la fecha, el análisis de las personas poco cualificadas ha tenido un enfoque muy reducido. Se ha observado, principalmente, el nivel educativo de este grupo de personas o el tipo de puestos de trabajo que ocupan, pero no su impacto económico. Los resultados de la investigación de Cedefop muestran claramente los beneficios potenciales de desarrollar políticas públicas dirigidas a reducir la proporción de adultos con baja cualificación en la UE durante la próxima década, en contraposición a los costes económicos y sociales que supone mantener un alto nivel de personas poco cualificadas.

Potenciar la capacitación y el reciclaje profesional de los adultos poco cualificados puede proporcionar grandes beneficios sociales y económicos, no sólo para los individuos y sus familias, sino también para la economía y sociedad en su conjunto. Algunas cifras contenidas en el informe apoyan el argumento de las ventajas que aportaría la reducción del número de personas poco cualificadas:

  • Los beneficios económicos netos totales de esta reducción durante los próximos 10 años sería de alrededor de 2.000 millones de euros.
  • A largo plazo (2025-2050), la reducción del porcentaje de adultos poco cualificados conllevaría un aumento en el PIB anual de más de 200 mil millones de euros.

La estimación del Cedefop es que, si se acometen las medidas oportunas, en 10 años la proporción de adultos poco cualificados se reduzca la mitad en comparación con la situación actual (14,7 %), pasando al 7,4 % en 2025. Esto no es imposible ya que en varios Estados miembros la proporción de adultos poco cualificados es ya solo del 10 %.

Este estudio también muestra que la educación formal por sí sola no explica las diferentes causas y aspectos del fenómeno de la baja cualificación. De hecho, la población con baja cualificación es muy heterogénea y está compuesta por diferentes grupos con características y necesidades diversas. Para emprender acciones eficaces es necesario reconocer y hacer frente a las características y necesidades y de los diferentes grupos con baja cualificación.

En este sentido la Nueva agenda de capacidades para Europa, incluye varias acciones destinadas a mejorar el nivel de cualificación de la población y a garantizar que todos los europeos adquieran un nivel mínimo de habilidades para desarrollar plenamente su talento y potencial.

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