Si Europa quiere mantener su capacidad innovadora, una de las claves debe ser fomentar el potencial creativo de sus ciudadanos y trabajadores. Tanto la industria como los servicios necesitan trabajadores creativos, que tengan capacidad de detectar nuevas oportunidades e inventar nuevos productos y procesos.
Potenciar la creatividad de los estudiantes de formación profesional fue la idea principal del simposio CREATIVET, organizado el pasado 14 de marzo por el Instituto Federal Suizo de Formación Profesional (SFIVET).
Con este evento, al que fue invitada la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo, SFIVET celebraba su 10º aniversario trabajando en formación, investigación e innovación en el sistema de educación y formación profesional suizo.
El Consejero Federal de Economía, Formación e Investigación de Suiza, Johann Schneider-Ammann, participó en el simposio dando la bienvenida a los ponentes e inaugurando el 5º Congreso Internacional de Educación y Formación Profesional 2017 de SFIVET. En el mismo acto se adjudicó el premio ENTERPRIZE a la innovación y el espíritu emprendedor del Swiss Venture Club a la Asociación Suiza de Carroceros por su proyecto, en el que lograron que las empresas de su asociación fueran más atractivas para los jóvenes aumentando la calidad de su formación dual a través de un continuo apoyo a las empresas y a sus tutores.
¿Se puede enseñar la creatividad?
El presidente de SFIVET Phillippe Gnaegi y su directora Cornelia Oertle, destacaron la importante labor que realiza su institución en Suiza y explicaron que sólo se podrán afrontar los retos del futuro si se aplica la creatividad para buscar soluciones innovadoras e integradoras.
Lo más notable de la conferencia, además del apoyo unánime de toda la sociedad al sistema suizo de educación y formación profesional dual, fue el consenso general acerca de la importancia de la creatividad y el convencimiento de que implica conocimiento, experiencia, pasión, trabajo duro y mucho esfuerzo y que no es algo que cae del cielo o para la que existen fórmulas mágicas.
No es suficiente llenar los papeles, los planes estratégicos o los programas de desarrollo o de estudio con palabras como creatividad, innovación y emprendimiento, sino que es algo a lo que hay que dedicar esfuerzo y recursos, y se debe fomentar desde la educación y la formación técnica y profesional.
¿Se puede enseñar a ser creativo? o ¿se puede fomentar la creatividad en el aula? Estas son algunas de las preguntas que se plantearon durante la jornada a diferentes personalidades suizas e internacionales de la ciencia, la política y los negocios.
La conclusión de la investigadora danesa en creatividad Lene Pedersen Tanggaard es que sí pueden establecerse entornos de aprendizaje que fomenten la creatividad. Para fomentar el potencial creativo de los jóvenes profesionales y su uso, tiene mucha importancia la experimentación y el juego en la formación. Dejar espacio a los alumnos para desarrollar ideas que quizás no estén en el programa (parecido a la política del uso del 20 % del tiempo de Google), no empujarles en una dirección concreta y erradicar el temor al fracaso, son algunas de las técnicas que pueden aplicarse. Otras técnicas que pueden practicarse en las aulas, son el pensamiento flexible y divergente. Por ejemplo, cuando se examina a los alumnos y hay una respuesta «correcta» se está fomentando el pensamiento convergente; sin embargo, no dedicamos el mismo esfuerzo ni premiamos al alumno que actúa de forma divergente y tiene ideas diferentes o plantea preguntas que no se han planteado antes. Asegurarse de que los alumnos, siempre que puedan, aprendan haciendo y de que en cualquier proceso de aprendizaje ocurra algo inesperado también son técnicas que ayudan a fomentar la creatividad.
Se mencionó asimismo la necesidad de dar oportunidades a los alumnos para explorar los materiales que están utilizando, para ello es necesario tener conocimientos técnicos pero también dejarles ese tiempo de experimentación, de «juego«. Otra actividad de la que surge o puede surgir la creatividad, es de la resistencia misma que presenta el material al que nos enfrentamos, ya que al trabajar con esa resistencia u obstáculo, surgen ideas o procesos creativos. Todas estas ideas fundamentan la tesis de que la creatividad no es un proceso fácil y que surge sin más, sino que es un proceso largo que implica trabajo y tiempo. En una de las presentaciones se dijo que una idea creativa se calcula que puede tardar hasta 7 años en materializarse, desde que surge hasta que se convierte en algo concreto o posible.
El presidente de los empresarios suizos, afirmó que solo con trabajadores creativos e innovadores se podrá mantener la posición económica y la productividad de Suiza y para ello es imprescindible que actúe como un laboratorio de creatividad. Explicó cómo, en parte gracias al sistema de FP dual, las empresas se convierten en verdaderos centros de aprendizaje y, a su vez, las escuelas o las universidades promueven proyectos muy potentes. Esa mezcla tan enriquecedora solo es posible gracias a la innovación, a las fronteras menos rígidas entre las diferentes instituciones y a que las personas, independientemente de que tengan o no cualificaciones formales, pueden ser muy creativas e ingeniosas si el ambiente lo propicia y fomenta.
Shyamal Majumdar, jefe de UNEVOC el Centro de la UNESCO para la educación y formación técnica y profesional, subrayó que el modelo de formación profesional dual suizo es un ejemplo a nivel mundial. Destacó la necesidad de transformar la educación y formación profesional para lograr un crecimiento sostenible porque, a pesar del progreso económico y social logrado, aún existen desafíos como son el alto nivel de desempleo juvenil, las grandes disparidades sociales y los problemas medioambientales a nivel mundial. Explicó que uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la ONU trata específicamente sobre lo que hay que hacer para asegurar que para el año 2030 exista una educación y formación de calidad que sea inclusiva y justa y que ofrezca oportunidades de aprendizaje permanente para todos.
Los datos evidencian que en las áreas de fabricación, y también en los servicios globalmente están incrementándose los puestos de trabajo relacionados con la investigación y el desarrollo y que se apoyan en conocimientos tecnológicos como fundamento o base para el crecimiento y la innovación.
Para la UNESCO la transformación de los sistemas de educación y formación profesional debería basarse en cuatro dimensiones: diseñar estrategias de aprendizaje permanente, introducir de manera transversal competencias ecológicas, fomentar la cooperación publico privada e incluir competencias STEAM (competencia en ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas y como novedad, arte y diseño, también) en todos los estudios de formación profesional porque en todo tipo de trabajos futuros va a ser necesario poseer capacidades tecnológicas que, además, fomenten la innovación.
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