La igualdad entre mujeres y hombres sigue siendo una asignatura pendiente y aún está lejos de conseguirse en el ámbito laboral, en el cual siguen existiendo diferencias en las retribuciones que perciben hombres y mujeres o en la representación de estas en los puestos directivos, por ejemplo. La formación para el empleo, cuyo fin es potenciar el capital humano y su empleabilidad mediante la mejora de las capacidades y competencias profesionales, puede desempeñar un importante papel en la reducción de estas desigualdades.
El documento Mujer: formación y empleo de la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo ofrece, desde una perspectiva de género, un conjunto de datos estadísticos que permiten analizar la participación de la mujer en las distintas iniciativas de formación y cómo ha evolucionado esta participación en los últimos años.
Los datos vienen a reflejar el progresivo crecimiento de la participación femenina en la formación y la lenta disminución de las diferencias con respecto a la formación que realizan los hombres. En todo caso, como se señala en varios apartados buena parte de esas diferencias son un reflejo de la propia participación de la mujer en el mercado de trabajo español.
Los resultados de 2015 muestran que en ese año 1.645.743 mujeres participaron en formación: 1.566.401 lo hicieron a través de la que programan las empresas y 79.342 (54.892 ocupadas y 24.450 paradas) en las acciones formativas subvencionadas, conocidas como formación de oferta. En la distribución del porcentaje de participantes en formación por género se observa una diferencia de 12 puntos (el 44 % son mujeres y el 56 % hombres), que se corresponde con la distribución de la población ocupada en el sector privado en España. Además, esta correlación, con pequeñas diferencias, se mantiene durante los últimos seis años.
En cuanto a la edad, el 66 % de los participantes femeninos se concentra en los grupos con edades entre los 26-35 y 36-45; este último grupo presenta además un porcentaje de participación (38 %) superior a su peso en la población ocupada (32 %). Las diferencias en formación según edad y género han tendido a atenuarse desde 2012; en 2015 las diferencias con los hombres son ya mínimas aunque la participación femenina en formación sigue siendo algo más joven que la masculina.
Si nos fijamos en el nivel de estudios, observamos que las tasas de participación se incrementan con el nivel de estudios. Las mujeres con un nivel de estudios primarios son las que menos participan en formación (26 %) no correspondiendo este porcentaje con el peso que tienen entre las mujeres ocupadas (34 %). Por el contrario, las que tienen estudios secundarios (36 % de las participantes) y superiores (38 %) tienen tasas de participación por encima de las tasas de ocupación.
Atendiendo a la categoría profesional, en el mercado de trabajo siguen existiendo brechas de género en puestos de responsabilidad a los que acceden en mucha menor medida las mujeres. Este hecho también se refleja en que la participación femenina en formación que, en los grupos de mayor nivel, es bastante más baja que la de los hombres: el 35 % en los puestos directivos y el 38 % en los mandos intermedios. En el grupo de técnicos la participación de la mujer es similar a la de los hombres, y vuelve a situarse por debajo en los grupos de trabajadores cualificados y de baja cualificación.
Las diferencias de participación en el mercado laboral se trasladan a la participación en el sistema de formación. Los sectores con mayor presencia laboral masculina, como la industria, la construcción y la agricultura son los que registran mayor diferencia entre el porcentaje de hombre y mujeres formados. El sector que tiene una mayor presencia de mujeres formadas es el Servicios, que concentra el 59 % de las participantes.
Por último, y en relación a la metodología formativa utilizada, hay que señalar que las mujeres utilizan la modalidad de formación a distancia y la teleformación en mayor medida que los hombres.
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