ChatGPT, la aplicación online que nos permite generar contenido[1] interactuando con un chatbot, popularizó y puso al alcance del gran público la inteligencia artificial (IA) durante el año pasado. Aunque su éxito es reciente el término IA ya es antiguo: fue acuñado en 1956 durante la Conferencia de Dartmouth, un encuentro en el que científicos de diferentes campos discutieron la posibilidad de crear máquinas que pudieran pensar como un ser humano.
¿Cómo podemos definir la IA? La inteligencia artificial es un campo de la informática que se enfoca en crear sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción. El objetivo de la IA fuerte, o general, es crear sistemas que puedan aprender y pensar como los seres humanos, que sean capaces de comprender y afrontar tareas de forma asimilable a nosotros.
Aunque la IA general aún está lejana la IA débil, la orientada a realizar tareas concretas, ya se ha introducido en nuestra vida diaria y la utilizamos, sin apenas darnos cuenta, cada vez que utilizamos un asistente virtual (Alexa, Siri…) o cuando nuestra plataforma de streaming o compras (Netflix, Amazon…) nos recomienda contenidos y productos en función de nuestras preferencias.
La IA es una tecnología que está transformando cada vez más ámbitos de nuestra vida, y el de la formación no es una excepción. La IA ofrece un gran potencial para mejorar la experiencia de aprendizaje de los alumnos, haciéndola más personalizada, eficiente y efectiva.
Cómo puede ayudar la IA en la formación
Hay muchas maneras en las que la IA puede ser de utilidad para las personas que reciben formación, señalamos solo alguna de ellas:
- Personalización del aprendizaje. La IA puede adaptar el aprendizaje a las necesidades individuales de cada persona, para ello analiza los datos que generan los alumnos en su proceso de aprendizaje bien para identificar sus fortalezas y debilidades, o bien para recomendar formación relevante e individualizada para cada alumno. Aplicaciones como Duolingo utilizan la IA para adaptar las lecciones de idiomas según el progreso y las áreas de dificultad de cada estudiante.
- Realimentación en tiempo real. La IA puede usarse para dar retroalimentación a los alumnos, para que identifiquen rápidamente sus errores y los corrijan. También puede automatizar tareas rutinarias como la corrección de exámenes o la gestión de cursos, lo que facilita que los profesores se centren en la enseñanza y la orientación de los estudiantes.
- Asistentes virtuales. Los chatbots en el entorno educativo se pueden utilizar para responder a las preguntas de los alumnos y proporcionarles apoyo y dar respuesta a las dudas más recurrentes: explicar trámites, indicar horarios de tutorías o aclarar la planificación de clases y actividades. Buena parte de las entidades que se dedican a la formación cuentan ya con asistentes personales que ayudan a los alumnos a resolver problemas y responden a las preguntas que se les plantean. Es el caso de Pilar de la Universidad de Zaragoza, una asistente virtual conversacional basada en IA que ofrece información sobre la oferta de titulaciones, las pruebas de acceso, los procesos de admisión, la matrícula y diferentes servicios universitarios.
- ChatGPT. Este y otros generadores de contenido mediante IA pueden ser utilizados por los docentes para generar contenido educativo, guías de estudio, materiales de lectura o cuestionarios de evaluación. Por su parte, los estudiantes pueden utilizar ChatGPT para investigar temas específicos, obtener explicaciones detalladas o redactar resúmenes de sus temas de estudio. En la Educación Superior se está impulsando su adopción, habiendo publicado la UNESCO una guía de uso rápido de ChatGPT y la IA.
Retos y oportunidades de la IA en la formación
A pesar de que la IA es un gran avance para la formación, también cuenta con algunos retos que debe afrontar; algunos de estos están recogidos en la recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial de la UNESCO.
- La equidad. La IA debe utilizarse de forma responsable para evitar que se generen sesgos en el aprendizaje. La IA no se rige por principios éticos y no distingue entre lo que es correcto y lo que no, por lo que es necesario analizar los resultados que proporciona y compararlo con otras fuentes de información.
- La privacidad. Los datos de los estudiantes deben protegerse para garantizar su privacidad. Ya en varios países se ha bloqueado aplicaciones de la IA, debido a que no había una base legal para la recogida y almacenamiento de los datos que se necesita para funcionar.
- La autoría. Determinar qué es obra del alumno y qué ha sido generado por una IA no es fácil. Varios países han llegado ya a bloquear ChatGPT por temor al plagio, ya que se pone en juego la integridad académica al permitir su uso para los trabajos escolares. El mayor problema es que las herramientas actuales contra el plagio (Turnitin, Plagium…) no permiten detectar la información generada por estas plataformas, aunque actualmente se están buscando alternativas como una evaluación basándose en trabajos en clase o no escritos.
- La formación del profesorado. Los docentes deben recibir formación sobre cómo utilizar la IA de forma efectiva en la enseñanza. También han de aprender los riesgos que tiene el uso de la IA y como prevenirlos y aprender nuevas estrategias de evaluación ya que, como se comenta anteriormente, los textos generados por IA no son fácilmente detectables.
La IA, como se ha expuesto, es una tecnología que revolucionará el mundo de la formación. Mejora de forma exponencial la forma de aprendizaje que conocemos, haciéndola más personalizada, eficiente y afectiva. Pero sigue existiendo el reto de que dicha tecnología se utilice de forma responsable y ética.
[1] La imagen que ilustra el post y parte del contenido del mismo han sido creados a partir de inteligencia artificial generativa.
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