Nadie pone en duda hoy en día la importancia de la salud digital, entendida como la aplicación de métodos digitales y el uso de datos e información para mejorar la salud de las personas. Los recientes desarrollos tecnológicos (Big data, inteligencia artificial, Internet de las Cosas, telemedicina…), las tensiones sobre los sistemas sanitarios (envejecimiento, enfermedades crónicas, crisis de salud pública como la COVID-19, sostenibilidad…) y las nuevas tendencias en medicina (personalizada, predictiva, participativa…) están acelerando la aplicación de la salud digital en investigación biomédica, investigación clínica, asistencia sanitaria y salud pública.
Uno de los factores clave para obtener todos los beneficios que se esperan de la salud digital y reducir sus potenciales riesgos consiste en asegurar la correcta capacitación de los profesionales sanitarios (y de los pacientes).
La salud digital es un término paraguas, relativamente reciente, que agrupa múltiples áreas de trabajo (salud móvil, Big data e inteligencia artificial en salud, sistemas de información hospitalarios, imagen médica, datos de genética clínica…). No se trata, por tanto, de una disciplina científica por sí misma, sino que se apoya en otras áreas que sí han desarrollado un cuerpo de conocimiento propio durante varias décadas y son consideradas disciplinas científicas y profesionales; en particular nos referimos, por su especial relevancia, a la informática biomédica y de la salud.
La necesidad de definir un marco de competencias en salud digital
El hecho de que la salud digital se nutra principalmente de conocimientos, destrezas y habilidades de otras áreas, así como su carácter interdisciplinar (informática, salud, contexto social y humano) hacen que sea necesario definir con claridad cuáles son las competencias que los profesionales que se dedican a este campo deben reunir para ser reconocidos como tales.
Se pueden definir las competencias profesionales como el conjunto integrado de habilidades, conocimientos, aptitudes y destrezas observables que se necesitan para desempeñar un trabajo o una labor específica o desarrollar determinadas actividades profesionales. Estos factores integrantes de la competencia, puesto que deben ser observables, pueden medirse y evaluarse para garantizar su adquisición por parte del individuo.
Hay que decir también que la enorme especificidad de las aplicaciones de la informática en el campo de la salud hace que sea necesaria la definición de un marco de competencias propio, ya que un informático o un médico o, incluso, alguien que posea ambas formaciones académicas, podría no tener las competencias de un informático de la salud si no ha recibido formación específica o no posee experiencia laboral en salud digital.
Se consideran profesionales de salud digital a aquellas personas que desarrollan su trabajo de forma primaria en relación con el procesamiento de datos, información y conocimiento en el sector salud, ya sea en entidades públicas o en el sector privado. Incluiría tanto las funciones directivas como las técnicas, de investigación, innovación o docencia y que necesitan para el desempeño de su labor conocimientos específicos de esta disciplina.
Como puede observarse en el gráfico, definir competencias es un paso central y necesario a la hora de caracterizar una profesión y facilitar que las personas puedan obtener credenciales para integrarse en el mercado de trabajo.
Adaptado de: Martin Sánchez F., Pazos Sierra A. “Creación del Foro de
Profesionalización en Informática de la Salud”. I+ S: Revista de la
Sociedad Española de Informática y Salud, 2018. N.133, pp. 29-35.
Un marco de competencias permite concretar los conocimientos y destrezas de una profesión, ofrece un instrumento para el diseño de procesos de obtención de credenciales (reconocimiento) tanto a nivel individual (por ejemplo, certificación mediante un examen) como por haber completado un programa de estudios acreditado. Además, las competencias son de utilidad a la hora de definir puestos de trabajo, carrera profesional, definir especializaciones, planes de formación interna, curricula educativos y sistemas de recertificación periódicos.
Otros países han desarrollado y/o adoptado ya marcos de competencias y los están empleando con éxito para ordenar la profesión de salud digital, mejorando la formación y el empleo en este sector. Ejemplos de marcos de competencias en salud digital los podemos encontrar en Australia, Canadá, Estados Unidos (orientada a acreditación de programas), Brasil y Reino Unido (competencias digitales para profesionales sanitarios).
La Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III ofrece la experiencia de sus profesionales a las instituciones responsables de desarrollar estos aspectos en España para trabajar en un marco de competencias que asegure que el incremento de la actividad en este sector se guíe por unos estándares de profesionalización homologables a otros países. Se debe poner en marcha cuanto antes una estrategia para mejorar la capacitación y reconocimiento profesional y hacer posible que el uso efectivo de la información y la tecnología digital contribuya a mejorar la calidad asistencial y la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud para el adecuado cuidado de los pacientes y la mejora de la salud de la población.
Dr. Fernando Martín Sánchez
Profesor de Investigación. Escuela Nacional de Sanidad
Instituto de Salud Carlos III
Dra. Emilia Sánchez Chamorro
Directora Escuela Nacional de Sanidad
Instituto de Salud Carlos III
Dra. Maria Jesús Terradilllos García
Directora Escuela Nacional de Medicina del Trabajo
Instituto de Salud Carlos III
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