El Sistema de Formación Profesional para el Empleo contempla entre sus principios potenciar la calidad de la formación, para lo cual utiliza, entre otros instrumentos, el cuestionario de evaluación de la calidad de las acciones formativas (según Resolución de 27 de abril de 2009 del Servicio Público de Empleo Estatal).
Este cuestionario, que es respondido por los alumnos al finalizar la formación, incluye la valoración de aspectos sobre la organización de los cursos, contenidos y metodología de impartición, duración y horarios, formadores y tutores, instalaciones, medios técnicos y didácticos, aspectos de la formación no presencial, mecanismos de evaluación del aprendizaje, expectativas, satisfacción general con el curso y valoración de las prácticas profesionales.
El análisis de la información ofrecida por estos cuestionarios se refleja en los Informes de evaluación sobre la calidad de las acciones formativas, siendo las últimas publicaciones realizadas, a las que se va a hacer referencia a lo largo de esta entrada, las siguientes:
- El informe de calidad relativo a los planes de formación de oferta estatal de las convocatorias 2012, 2013 y 2014.
- También en la formación de oferta, el informe sobre el programa específico de jóvenes de 2012, 2013 y 2014.
- El informe de calidad de las acciones formativas en las empresas, correspondiente al ejercicio 2014.
El resultado más relevante que comparten todas las evaluaciones es la valoración positiva de la formación recibida. En la pregunta sobre el grado de satisfacción general con el curso, la puntuación media de los participantes está por encima de los 3,40 puntos en todos los casos, en una escala en la que cuatro puntos es la puntuación máxima de satisfacción.
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Si observamos el resumen de las puntuaciones generales obtenidas en las iniciativas de oferta y en las acciones formativas en las empresas, comprobamos cómo todas las puntuaciones superan los tres puntos, lo que pone de manifiesto que los participantes están satisfechos o muy satisfechos con los cursos realizados. En particular, destacan las altas valoraciones que obtienen los formadores, que constituyen un aspecto clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por otra parte, los datos obtenidos señalan que debería reforzarse el papel de los tutores en las modalidades no presenciales, ya que estos han obtenido, en general, valores inferiores a los formadores. Este aspecto revela la necesidad de impulsar y mejorar la teleformación, para asegurar niveles de calidad semejantes a los que ofrece la formación presencial, aprovechando su punto fuerte: facilitar el acceso a la formación en los horarios más favorables para los participantes.
Asimismo, los resultados muestran que existe margen de mejora en el diseño de las acciones formativas, especialmente en cuanto a la planificación de la duración de los cursos según sus objetivos y contenidos. Habría que prestar atención al momento en que se imparte la formación y a la dedicación necesaria para realizarla, ya que los participantes manifiestan un mayor nivel de satisfacción con la formación realizada principalmente dentro de la jornada laboral.
Las preguntas sobre la valoración de las prácticas únicamente son cumplimentadas por los participantes que han cursado formación vinculada a Certificados de Profesionalidad que incluyen dichas prácticas, o bien, jóvenes que en 2012 y 2013 realizaron acciones formativas pertenecientes a sectores priorizados que contemplaban la realización de prácticas profesionales no laborales en empresas. Es destacable que los alumnos consideran, en un porcentaje cada vez mayor, que el número de horas de formación práctica realizado en las empresas es insuficiente, lo que concuerda con las valoraciones muy positivas (con puntuaciones medias que superan los tres puntos en todos los casos) que reciben dichas prácticas profesionales.
En cuanto al posible impacto que pueden tener los cursos sobre la vida profesional y personal de los participantes, los aspectos mejor puntuados son el desarrollo personal y la adquisición de nuevas habilidades y capacidades que se puedan aplicar al puesto de trabajo. Sin embargo, son los relacionados con la empleabilidad y la promoción profesional los que puntúan más bajo, probablemente debido a las condiciones del mercado laboral, que en los años analizados estaba fuertemente afectado por la crisis económica.
Atendiendo al perfil de los participantes, se observa que los graduados en ESO, trabajadores de baja cualificación y trabajadores de pequeñas empresas (entre 1 y 49 trabajadores en plantilla) son los que presentan niveles de satisfacción más altos.
En los informes de calidad mencionados, que están disponibles en el apartado de evaluación en la web de la Fundación, se analiza en detalle cada uno de los aspectos del cuestionario. Se puede concluir este breve acercamiento a su contenido señalando que los participantes, de forma general, consideran que la formación realizada es de calidad y de interés para su desarrollo personal y profesional, por lo que se debe seguir avanzando para conseguir que la formación tenga un impacto relevante en el mercado de trabajo.
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