El desempeño laboral en el ferrocarril, un modo de transporte que trasciende su utilidad de servicio público entre la ciudadanía, se configuró desde sus orígenes como un estatus social; ser ferroviario o ferroviaria era mucho más que un oficio.
El desarrollo de este modo de transporte ligado a la Revolución Industrial del XIX tuvo su impacto en la estructura laboral y tecnológica generando unos oficios ferroviarios muy específicos: maquinista, fogonero, guardafrenos, guardabarreras, guardagujas, jefe de estación, factor, entre otros. A lo largo de los años estos oficios han desaparecido o modificado su nombre en paralelo a la evolución tecnológica del tren. Del vapor a la electricidad, al diésel, a la alta velocidad, etc. En esta evolución y en pleno siglo XXI se generan nuevas cualificaciones y necesidades de formación entre las personas que hacen posible el ferrocarril y que están configurándolo como un modo de transporte sostenible, seguro y conectado.
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